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Crítica de El Hombre Invisible

Cuando el peligro está presente (y claro).

De los monstruos clásicos de la Universal, El Hombre Invisible es de lejos,el más destructivo, el más psicótico y, no por casualidad, el más reconocible de todos los humanos.




Con su ingeniosa actualización, la escritora y directora Leigh Whannell cambia la perspectiva del científico loco a la víctima aterrorizada a la que acecha, y le da un toque de terror a la película.

Y con una actriz del calibre de Elisabeth Moss en el papel principal, la película tiene un realismo psicológico inusual para el género.

Con Moss interpretando a una mujer que está soportando una forma de abuso doméstico que puede tener un componente sobrenatural, pero que se siente asquerosamente familiar en muchos aspectos.

La invisibilidad tiene el efecto de elevar los peores instintos de una persona, por lo que se deduce que la manipulación y el tormento que experimenta es sólo una versión más extrema de los comportamientos comunes.

La brillante secuencia de apertura subraya este tema eliminando toda la ciencia ficción de la ecuación. En medio de la noche, Cecilia (Moss) se escabulle de la cama que comparte con su marido científico Adrian (Oliver Jackson-Cohen) y lleva a cabo un plan para dejarlo para siempre.

El enemigo en casa…

Hay obstáculos en el plan, como la solitaria ubicación de su casa en el acantilado y la seguridad de alta tecnología que él ha instalado tanto para mantenerla dentro como para mantener a los intrusos fuera.

Pero en este punto de la película, Adrian sigue siendo una amenaza visible y Cecilia tiene que salir corriendo en la noche para escapar de él.

Cecilia hace que su hermana Emily (Harriet Dyer) la deje en casa de un viejo amigo, James (Aldis Hodge), un policía que le ofrece protección y le permite dormir con su hija (Storm Reid).

Cecilia no puede salir de la casa hasta que Emily le diga que Adrian se ha suicidado y que debe recibir un pago multimillonario de su hermano (Michael Dorman), un abogado que está administrando su considerable patrimonio.

Sin embargo, no puede evitar la sensación de que Adrian sigue presente, debido a una serie de eventos que son menores al principio, pero pronto se vuelven violentos. Y siempre parece que ella es la responsable.







Terror invisible…

Mientras Cecilia es empujada al borde de la locura , Whannell da a las piezas del set, mucho espacio al suspenso para respirar y tomar un sabor paranoico.

Moss y la cámara son co-conspiradores en el horror: Se imagina a Adrian observándola en silencio desde algún rincón vacío de la habitación y la cámara parece afirmar sus peores temores, sugiriendo una presencia a través de ángulos extraños.

Whannell no ha resuelto algunos de los elementos más pegajosos de la trama, y El hombre invisible puede sentirse ocasionalmente como una versión disfrazada de los thrillers de violencia doméstica de los 90.

Sin embargo, Whannell ha tenido éxito al restarle importancia a los efectos de los éxitos de taquilla y al enfrentarse a un viejo monstruo de una forma nueva.

Ha creado un hombre invisible para el año 2020 mientras que todavía abraza los terrores fundacionales de 1933.

Valoración: ★★★

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