Crítica de Westworld - T3

WESTWORLD - UNA CONFUSA ROTURA DE CRISTAL

Westworld de HBO, se ha convertido en una bestia muy diferente a su material de origen, la película de los 70, en la que el robot vaquero de Yul Brynner,se volvió loco por la muerte en un parque temático. 

De hecho, también se ha vuelto muy diferente a su propia primera temporada, ya que casi ninguna escena de esta tercera edición tiene lugar en la atracción temática del salvaje oeste del mismo nombre.

Esto puede ser algo bueno; la segunda temporada luchó por mantener la audiencia, ya que sus historias cada vez más complejas, no sólo ambientadas en diferentes "mundos" sino también en diferentes períodos de tiempo, habían comenzado a sentir que no valían la pena los diagramas de flujo que necesitabas para seguirlas. 

Con esa temporada terminando en un gran acantilado - la "anfitriona" robótica Dolores (Evan Rachel Wood) y un grupo de sus camaradas escapando de Westworld al mundo real - la Temporada 3 fue lanzada como una especie de reinicio.

Desde el primer episodio,su tono es muy diferente. Ya no estamos mirando a las mesas quemadas por el sol, sino a un brillante Los Ángeles de los años 2050. 

Caleb Nichols (Aaron Paul) es un ex soldado que ahora se gana la vida con trabajos extraños, y a menudo ilegales; uno de esos trabajos lo lleva a Dolores, que lo recluta para su revolución. 

A lo largo de ocho episodios, Dolores y Caleb se infiltran en el mundo corporativo, mientras sus aliados -incluyendo a Tessa Thompson como presentadora que ha robado la identidad de la ejecutiva de Delos, Charlotte Hale- trabajan en sus propios planes.

Es una narración más directa y emocionante que la temporada anterior , con una sensación de escalada a medida que la revolución crece. 

Hay mucha acción: persecuciones de coches urbanos y tiroteos tan elegantes como "Heat"; un emocionante enfrentamiento entre Dolores y Maeve (Thandie Newton), que se vuelve contra su vieja amiga; y algunos buenos trozos a la antigua en los que un robot gigante destroza cosas. 

En el plano visual, es lo mejor que puede ofrecer la televisión: localizaciones magníficamente futuristas en Singapur, una cinematografía y unos efectos increíbles. 

Sin embargo, a medida que su plan se amplía para incluir una IA de tipo divino que puede predecir la acción humana, el programa vuelve a caer en viejos errores. 

Todos estamos a favor de la ciencia ficción inteligente, y se ha hecho un comentario interesante sobre los peligros de los grandes datos, pero los escritores de Westworld tienden a confundir la complejidad con la profundidad. 

Los puntos interesantes se pierden entre el tedioso filosofar, y los episodios posteriores tienen tantos personajes, subtramas e ideas, que todo el asunto se vuelve pesado, menos para los seguidores más amantes de los diagramas de flujo. 

Al menos Aaron Paul parece estar tan confundido por todo lo que pasa como nosotros.

En general, sin embargo, este hábil thriller político es un refrescante cambio de tono y un paso adelante en la calidad. 

El final de los créditos - (hay dos escenas post-créditos) - , promete una emocionante adición de personajes para la cuarta temporada. Hay algunas recompensas para los espectadores que lo sigan de cerca para que sigan con él.

Valoración: ★★★★