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Alien: Romulus

 "La nueva y espeluznante entrega se revitaliza con una dosis de sangre joven."






El ADN de las primeras películas de Alien está grabado en esta nueva entrega de la franquicia con la misma intensidad que la sangre cáustica de un xenomorfo quemando el casco de una nave espacial. Y en cierto modo, eso es un acierto. Las dos primeras películas siguen siendo las mejores de la serie, y Alien: Romulus, una historia independiente que tiene lugar entre los eventos de Alien y Aliens, rinde homenaje a sus predecesoras en lugar de intentar reinventarlas.

Pero eso también puede ser un punto en contra. La película está dirigida por el especialista en género uruguayo Fede Álvarez, quien, como demostró en su reinvención de 2013 de The Evil Dead de Sam Raimi, es un cineasta con un gusto por lo extremo, que se deleita en un festín de vísceras y gore. Sin embargo, aunque Alien:Romulus abraza con entusiasmo los elementos más sangrientos de su herencia de terror, a costa de un desarrollo más profundo de la historia, no logra destacarse como una adición particularmente distintiva a la serie en términos formales, tonales o temáticos.







Lo que diferencia a esta entrega, coescrita por Álvarez junto a su colaborador habitual Rodo Sayagues, es la edad de sus personajes principales. Esta es la primera película de Alien que presenta un elenco casi enteramente compuesto por jóvenes adultos, lo que compensa con frescura y energía lo que pierde en la autenticidad del entorno laboral vivido de la primera película. 

Cailee Spaeny, impresionante en Priscilla y Civil War, continúa su ascenso como protagonista en el papel de Rain, y David Jonsson, de Rye Lane, aporta una presencia intrigante y inquietante como Andy, el "hermano" androide de Rain. Sin embargo, los demás personajes no están tan bien definidos. No es difícil adivinar qué caras van a recibir un abrazo alienígena y qué torsos están a punto de ser atravesados.

Este nuevo enfoque, con un elenco joven y vibrante, podría conectar con las nuevas generaciones que buscan emociones fuertes y terror visceral en la gran pantalla, aunque es posible que los fans más veteranos extrañen la profundidad y la tensión atmosférica que hicieron de las primeras entregas auténticos clásicos del cine de ciencia ficción y horror.







Al centrar la historia en personajes que están en sus últimos años de adolescencia o en sus veintes, existe el riesgo inmediato de que el tono caiga en el territorio genérico de las distopías juveniles de ciencia ficción. Sin embargo, Alien: Romulus evita los excesos y los clichés de otras sagas, al hacer guiños al universo ya establecido de Alien, mientras crea un trasfondo sombrío y convincente para el joven grupo de colonos espaciales. 

Estos personajes son habitantes de segunda generación de una comunidad minera infernal en un planeta que nunca ve la luz del sol. El equipo de diseño se luce al máximo, llenando este oscuro pueblo fronterizo del futuro con metal oxidado, penumbra y desesperación, logrando una ambientación que se siente cruda y opresiva.

Este enfoque podría resonar especialmente con las nuevas generaciones que buscan un tipo de cine más intenso y visualmente impactante, donde la atmósfera sofocante y la lucha por sobrevivir son tan protagonistas como los mismos personajes. Alien: Romulus ofrece ese tipo de experiencia oscura y visceral que hace que los jóvenes acudan en masa a las salas de cine, en busca de emociones fuertes y una historia que no tiene miedo de ensuciarse las manos.

Los padres de estos jóvenes están en su mayoría muertos, víctimas de accidentes mineros, enfermedades pulmonares y una de las muchas pandemias que arrasan regularmente con la población. Los trabajadores son considerados desechables por la corporación Weyland-Yutani, propietaria de la mina, gracias a un sistema de trabajo forzoso que roza la esclavitud y que impide que la próxima generación escape del destino de sus padres. No es de extrañar que los chicos estén tan desesperados por escapar que idean un plan mal pensado. Su objetivo es tomar el control de una nave espacial aparentemente abandonada que flota ominosamente sobre la colonia y pilotarla hacia un lugar mejor, o al menos hacia un planeta con luz solar.







Cualquiera que esté mínimamente familiarizado con la franquicia Alien sabrá qué tipo de horrores los espera en la nave. Aun así, la energía y el detalle gráfico con los que Álvarez se encarga de eliminar al elenco de apoyo son aterradoramente emocionantes. Las escenas de acción son tan dinámicas, la tensión tan intensamente incómoda, y el diseño de sonido tan impactante, lleno de chirridos metálicos, que apenas se nota que la conexión entre las escenas de acción se tambalea (y ciertamente no resiste un análisis profundo). Sin embargo, los sustos funcionan, incluso si la lógica de la historia es algo floja, y los túneles que parecen tráqueas, recubiertos de tejido alienígena viscoso, crean un ambiente deliciosamente inquietante para la acción.

Al final, el principal problema de Alien: Romulus no tiene que ver con la escritura o la ejecución, sino con la decisión de recrear digitalmente a un actor fallecido para revivir a un personaje de la película original. Es una elección que genera incomodidad y parece un intento torpe de reforzar los vínculos con la película original, pero que en lugar de eso se siente macabra, explotadora, irrespetuosa y completamente innecesaria. 

Este enfoque puede hacer que la película sea polémica entre los fans, pero no quita que sea una experiencia intensa y terrorífica que atraerá a aquellos que buscan adrenalina y sustos en la gran pantalla.

VALORACION: ⭐⭐⭐⭐ (4 estrellas de 5)


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