Critica de Decorado (2025)
Decorado: cuando el mundo es solo un escenario roto
58.º Sitges Film Festival 2025
Decorado de Alberto Vázquez es un golpe visual: una fábula amarga disfrazada de animación luminosa, donde los colores pastel ocultan veneno. Vista en el 58.º Sitges Film Festival 2025, esta película dibuja un escenario inquietante —un mundo estético en el que incluso lo bello se tambalea— y lo presenta como espejo de nuestra propia alienación.
La historia nos coloca en los zapatos de Arnold, un ratón de mediana edad atrapado en una crisis brutal. Su matrimonio se desmorona, la vida le pesa y, ante su percepción de que algo no cuadra, empieza a dudar si todo lo que lo rodea no es más que una escenografía, un montaje que alguien —o algo— ha construido para mirarle. La muerte de un amigo cercano desencadena su percepción paranoica y le obliga a buscar fisuras en ese decorado cotidiano.
Visualmente, Decorado juega con contrastes para herir. Vázquez mezcla un estilo que recuerda los dibujos clásicos de los años 30 con la estética kitsch de la propaganda publicitaria de mitad de siglo, logrando que lo familiar se vuelva inquietante. Los personajes se mueven con una fluidez engañosa, los escenarios brillan pero resuenan con vacío, y en cada plano se siente presente una fractura: algo que no cuadra, una línea fuera de lugar.
El humor negro es la daga con que Vázquez perfora sus temas: desde píldoras que prometen “felicidad extra” hasta personajes absurdos alusivos al consumo y la vigilancia —como un pato Ronald que parece una broma macabra más que un guiño simpático—. Este cinismo no es gratuito, pues refuerza la idea de que vivimos interpretando un papel impuesto, en un mundo que nos exige vestimenta emocional y actuaciones de normalidad.
Sin embargo, Decorado no es una comedia cruel sin fondo. Bajo su humor y colores se asienta una tristeza profunda, un vacío existencial que late. Lo que cree sutilmente cuestionar es si existe una salida real o si permanecer consciente ya es una forma de resistencia silenciosa.
Aun así, algunos momentos muestran debilidad. En ciertos pasajes, la paranoia estética no se traduce en acción o conclusiones claras —el filme prefiere dejar puertas entreabiertas, pero a veces el espectador se queda dando vueltas sin encontrar el eje. Puede que se pierda algo en la elipsis narrativa: elipsis que pretenden misterio, pero que en ocasiones entregan ambigüedad forzada.
Pero cuando Decorado acierta —y lo hace en muchos tramos— el impacto es hondísimo. La escena en que Arnold percibe que el mundo se fisura es casi metafísica; el modo en que los diálogos se disuelven en silencios incómodos duele; el contraste entre la ternura del dibujo y la angustia de su mensaje permanece.
Decorado es una obra de animación adulta tan brillante como implacable. Alberto Vázquez confirma que puede conjugar estética y crítica con un lenguaje visual dotado de una melancolía metalúrgica. Una película para ver con los ojos abiertos… y el corazón en guardia.
Valoracion: ⭐⭐⭐⭐( de 5 )





Comentarios
Publicar un comentario