Critica de Exit 8 (2025)
Exit 8: el metro se convierte en laberinto del alma
58.º Sitges Film Festival 2025
Exit 8 nos invita a sumergirnos en un laberinto psicológico donde el espacio y el tiempo se pliegan sobre sí mismos. Vista en el 58.º Sitges Film Festival 2025, esta mezcla de horror existencial y thriller mental eleva el concepto de “estar perdido” a un terreno literal y simbólico.
La película se abre con una secuencia precisa: un joven en el metro de Tokio, absorto en su teléfono mientras resuena el Boléro de Ravel. Un llanto de bebé irrumpe, un hombre exige silencio. Nuestro protagonista, apodado “Hombre perdido”, recoge una llamada inesperada: su pareja le anuncia que está en el hospital y que espera un hijo. La señal indica Exit 8, pero escapar no será tan sencillo. Pronto descubre que está atrapado en un bucle: debe recorrer el andén, encontrar anomalías, resolver pistas… o la salida le será esquiva.
Ese pasillo, aparentemente monótono, se convierte en un escenario de tensión creciente. Cada vuelta introduce leves variaciones, nuevos personajes, pistas inquietantes y destellos de lo fantástico. El corredor se vuelve familiar pero extraño, una pesadilla de déjà vu con reglas que cambian sin aviso.
La cinematografía explota el claustrofóbico corredor, jugando con luces artificiales y sombras repetidas que alteran la percepción. La edición va dosificando la información, manteniendo el suspense del “¿qué cambia ahora?” como motor narrativo. El diseño de sonido —notas bajas, estridencias y mutaciones del ruido ambiente— amplifica el desasosiego.
Kazunari Ninomiya, como Hombre perdido, es el ancla humana que permite atravesar la experiencia sin perder el pulso. Su mezcla de vulnerabilidad, confusión y determinación sostiene la película aún en los momentos más abstractos. Los secundarios aportan capas de misterio y complejidad en las intersecciones del bucle.
No obstante, Exit 8 tropieza cuando sus ideas más ambiciosas se vuelven explícitas. La insistencia en la paternidad y la moral del personaje empiezan a repetirse, transformando lo simbólico en lección. Sin embargo, hay pasajes que funcionan como cuchillas: la transición entre cada vuelta del corredor, la aparición de anomalías, y los enfrentamientos internos del protagonista.
Exit 8 no entrega todas sus respuestas, pero pocas películas capturan tan bien la sensación de estar atrapado en uno mismo. Sus momentos más poderosos dejan cicatrices mentales. Es un film imperfecto, ambicioso y profundamente inquietante.
Valoracion:⭐⭐⭐⭐( de 5 )





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