Critica de La Hermanastra fea(2025)
Cenicienta como nunca la habías visto: cruel, obscena y fascinante.
En un festival como el de Sitges, donde el riesgo y la provocación son casi norma, La Hermanastra fea se presentó como una de las sorpresas más audaces del año. Lejos de cualquier reinterpretación complaciente del mito de Cenicienta, la directora Emilie Blichfeldt ofrece una versión grotesca, cruel y fascinante de un cuento que creíamos conocer.
La historia sigue a Elvira (interpretada por una magnética Lea Myren), una adolescente torpe e insegura que anhela belleza y aceptación. Lo que comienza como un relato sobre la marginación social se transforma pronto en una pesadilla corporal donde lo grotesco se convierte en lenguaje. Gusanos, deformidades y heridas abiertas no son solo recursos de impacto, sino símbolos de una podredumbre más profunda: la de una sociedad obsesionada con la apariencia.
El film abraza lo feo con una valentía inusual. Su estética —a medio camino entre lo onírico y lo repulsivo— recuerda a las primeras obras de Andersson o a las fábulas más enfermizas de En compañia de lobos. Pero aquí no hay romanticismo alguno: Blichfeldt utiliza la deformidad como espejo de una humanidad que se devora a sí misma.
Lea Myren construye a Elvira desde la vulnerabilidad, pero también desde una fuerza inquietante. Su interpretación es física, extrema, y a ratos incluso dolorosa de ver. La acompañan secundarios que oscilan entre la caricatura y el horror, reforzando la atmósfera de fábula deformada que domina todo el metraje.
Hay humor negro, sí, pero también un malestar constante, un tono ácido que se mantiene hasta el final. A veces uno desearía más pausas, más silencios que permitieran digerir el exceso visual, pero quizás esa saturación es parte del mensaje: no hay respiro posible cuando se vive bajo la tiranía de la belleza.
Verla en Sitges fue la experiencia perfecta: el público, entre risas nerviosas y gestos de incomodidad, reaccionaba como ante un espejo incómodo. La Hermanastra fea no busca complacer; busca incomodar, provocar, obligarnos a mirar lo que normalmente esquivamos.
En un panorama saturado de remakes insulsos y relecturas inofensivas, esta película destaca por su audacia. No es para todos, pero quienes se atrevan a entrar en su mundo retorcido encontrarán una obra que, bajo su capa de horror grotesco, encierra una verdad tan amarga como necesaria: la verdadera fealdad no está en el rostro, sino en la mirada.
Valoracion:⭐⭐⭐⭐(de 5)





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