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Critica de Si pudiera, te daria una patada (2025)

Si pudiera, te daría una patada: la ansiedad como parto inevitable


si pudiera, te daria una patada poster



58.º Sitges Film Festival 2025 

Si pudiera, te daría una patada no es simplemente una película sobre la maternidad: es un mapa de claustrofobia emocional y culpa convertido en metáfora corporal.El film de Mary Bronstein se adentra con ambición en los rincones más oscuros del instinto maternal, aunque a veces se enreda en su propia complejidad.

La película coloca a Linda (Rose Byrne) en el ojo de un huracán doméstico: una inundación, una hija que se desmorona alrededor de un trastorno alimenticio inexplicable, un matrimonio ausente y la sensación constante de que el juicio ajeno ya decidió su condena. Paralelamente, la misteriosa desaparición de una paciente con depresión posparto tiñe la narración de una preocupación siniestra, como si lo real y lo imaginado se alimentaran mutuamente hasta confundirse.


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Bronstein dirige con una audacia que aplaudir: la cámara invade el espacio íntimo de Linda, casi respira con ella. Esa proximidad transforma gestos mínimos en detonantes; una toma prolongada, un respiración entrecortada, un silencio se vuelven golpes. El diseño de sonido —los llantos que se arrastran, el crujido doméstico, los silencios que parecen rugir— construye una presión constante que obliga al espectador a sentir la fatiga y la vergüenza en primera persona.

Rose Byrne carga con el peso dramático y lo hace con densidad: su Linda es una figura de dignidad exhausta, un volcán contenido que estalla en ráfagas. Danielle Macdonald, como contrapunto, ofrece una interpretación que apunta hacia lo metafórico sin renunciar a la humanidad de su personaje. Los secundarios, vistos siempre desde la óptica de Linda, se vuelven fragmentos que completan un paisaje social asfixiante.


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Sin embargo, la película tropieza cuando su ambición formal deviene en su propia trampa. Bronstein mezcla lo simbólico y lo sobrenatural con lo doméstico hasta que la frontera entre ambos queda borrosa —a veces con riqueza metafórica, otras con una sensación de desorden. Las piezas oníricas y surrealistas —algunas brillantes, otras excesivas— desvían la atención del drama íntimo que, en su esencia, es lo que más duele y más interesa.

Hay secuencias memorables: una escena grotescamente cómica con un hámster animatrónico; un pasaje que roza lo corporalmente insoportable con una intensidad que sobresalta; instantes de silencio que pesan más que cualquier diálogo. La película sabe tensar la cuerda, aunque no siempre acierte en dónde soltarla.

Si pudiera, te daría una patada no busca consuelo: propone confrontación. Su mirada sobre la maternidad, la culpa y el juicio social es punzante y valiente, aunque la mezcolanza de tonos la haga flirtear con la sobrecarga simbólica. La pelicula funciona como un disparo emocional: no siempre certero, pero difícil de ignorar.


Valoracion⭐⭐⭐( de 5 )


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