Critica de Todos los males (2025)
Todos los males: cuando el silencio pesa más que la historia
El cine chileno ha sabido construir en los últimos años un lenguaje propio para explorar las grietas de la memoria y la identidad, pero en Todos los males, Nicolás Postiglione se queda atrapado entre la ambición estética y la tibieza emocional. Lo que promete ser un drama psicológico inquietante termina por diluirse en una puesta en escena impecable pero distante, donde la forma devora al fondo.
Ambientada en el sur de Chile, la película sigue a Daniel, un niño que tras la muerte de su madre es enviado a vivir con la familia alemana de su padre. En ese entorno de aparente calma, marcado por la rigidez y el silencio, una desaparición sacude el equilibrio y despierta sospechas que nunca terminan de resolverse. El problema no es la historia, sino cómo se cuenta: Postiglione construye un relato de secretos y represión, pero su ritmo contemplativo termina por aletargar cualquier tensión.
Visualmente, Todos los males es irreprochable. La fotografía captura la humedad del bosque, la melancolía de las casas antiguas, la luz filtrada entre las cortinas. Sin embargo, esa belleza termina asfixiando al relato, que nunca logra traspasar la superficie. Todo luce perfecto, pero vacío.
Las actuaciones se mueven en un registro contenido, casi anestesiado. Los personajes hablan poco, se miran mucho, pero el subtexto no siempre llega. La película parece pedir paciencia para revelar algo trascendente… que nunca termina de aparecer. Ni el misterio central ni el trasfondo emocional logran sostener el interés más allá de su estética de postal.
En su tramo final, Todos los males busca densidad simbólica, pero el desenlace se siente más impostado que revelador. Lo que podría haber sido un estudio sobre la hipocresía, la culpa o la herencia moral, se queda en una sucesión de imágenes que prometen más de lo que entregan.
Todos los males es cine de atmósfera, sí, pero de poca alma. Postiglione demuestra talento visual, aunque la emoción y el conflicto se le escapan entre las manos. Queda la sensación de una obra contenida, pulcra… pero sin riesgo.
Valoracion: ⭐⭐( de 5 )




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